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Narrativas de la periferia. Las vidas invisibles de los tiraderos de India

 

En los límites de Mumbai, un vertedero revela historias de resiliencia, desigualdad y cambio ecológico. Adwaita Banerjee, investigador y cineasta, se adentra en este espacio para documentar cómo los márgenes urbanos se convierten en epicentros de transformación.

En los límites de Mumbai, donde la ciudad se encuentra con sus propios límites, se encuentra el tiradero de Deonar, un espacio inmenso que ha acumulado décadas de desechos de una metrópoli en constante expansión. Sin embargo, para miles de Dalits y migrantes musulmanes, este no es un espacio sin vida, sino una fuente de sustento y lucha diaria. Aquí, entre montañas de plásticos y residuos, estas comunidades trabajan incansablemente recolectando materiales que pueden ser revendidos y reciclados, creando valor a partir de lo que otros consideran desechos.

Un viaje antropológico hacia la periferia 

Los niños inspeccionan los residuos plásticos en un depósito de chatarra con rascacielos en la línea del horizonte. (Imagen: Sidharth Chitalia)



Para Adwaita Banerjee, candidato a doctorado en la Universidad de Pensilvania, este tiradero es mucho más que un depósito de desechos; es un microcosmos donde convergen las dinámicas de poder, desigualdad y ecología. Desde hace años, Banerjee documenta las vidas invisibles que giran en torno a este espacio, observando cómo las comunidades marginalizadas navegan las complejidades de un sistema que las excluye, pero también las necesita.

Banerjee no es ajeno a los desafíos de adaptarse a nuevas realidades. Hijo único de una familia bengalí, creció mudándose constantemente debido al trabajo de su padre, quien laboraba en el ámbito de la seguridad en lugares lejanos de su ciudad como bancos y minas. Cada mudanza significaba un nuevo comienzo: nuevos idiomas que aprender, nuevas culturas que entender y nuevos códigos sociales que dominar. "Siempre he sentido que mi habilidad para observar y adaptarme viene de esa infancia nómada", reflexiona Banerjee, quien ahora domina cuatro idiomas: bengalí, maratí, hindi e inglés.

Este trasfondo no solo moldeó su enfoque antropológico, sino que también le permitió abordar con sensibilidad y profundidad las historias que emergen de espacios marginados como el tiradero Deonar. Su trabajo combina narrativas personales con un análisis crítico de las estructuras sociales que perpetúan las desigualdades en las ciudades modernas.

El incendio que cambió todo

En 2016, un incendio marcó un antes y un después en la historia del tiradero. Hasta entonces, miles de recolectores trabajaban sin mayores restricciones en el sitio, generando ingresos en un sistema informal pero funcional. Sin embargo, tras el incendio, todo cambió. Las autoridades implementaron nuevas medidas de control, cerraron temporalmente el vertedero y limitaron el acceso únicamente a aquellos con credenciales específicas o conexiones dentro del sistema.

“El incendio no fue un accidente”, asegura Banerjee. “Fue un evento que reconfiguró el espacio y las dinámicas de poder que lo atraviesan”. Antes del incendio, se tenían torres de vigilancia y muros alrededor del sitio, lo que ya indicaba que se venía cambio importante. Después, el vertedero reabrió con nuevas reglas que excluyeron a la mayoría de los trabajadores originarios. Solo unos pocos pudieron adaptarse a las nuevas exigencias, mientras que muchos perdieron su sustento.

A pesar de los cambios, Deonar sigue funcionando de manera no oficial. Los desechos de Mumbai no se detienen, y el tiradero continúa siendo un destino para toneladas de residuos diarios. Sin embargo, las condiciones han cambiado drásticamente, y las dinámicas de exclusión y control son más evidentes que nunca.

El papel de los márgenes urbanos en la transición ecológica

El trabajo de Banerjee se inscribe en un momento crucial para Mumbai, que busca reducir su dependencia de los plásticos de un solo uso y avanzar hacia sistemas de gestión de residuos más sostenibles. Sin embargo, este proceso está plagado de incertidumbres. Inicialmente, el estado prometió apoyo para una transición justa, respaldada por financiamiento internacional. Con el tiempo, el enfoque cambió hacia modelos de negocio autosostenibles, dejando a los trabajadores en una posición precaria.

“El estado está dejando ir su responsabilidad en un momento crítico”, comenta Banerjee. “Esto crea una sensación de oportunidad, pero también de vulnerabilidad”.

En este contexto, los recolectores de plástico —los actores más marginados del sistema— se convierten en figuras clave para comprender las dinámicas del cambio. Su capacidad de adaptarse y sobrevivir en un entorno tan hostil ofrece lecciones importantes sobre resiliencia, innovación y sostenibilidad.

Más allá de los desechos: Una visión crítica de la urbanización

El vertedero Deonar es también un reflejo de cómo las ciudades modernas manejan sus márgenes. Según Nikhil Anand, asesor de Banerjee y profesor de antropología ambiental, situar vertederos en los bordes de las ciudades es una práctica deliberada para proteger a los ciudadanos del centro de los efectos de sus propios desechos. Los márgenes urbanos, a menudo ubicados en humedales, también se convierten en sitios donde se reubican poblaciones marginadas y se instalan infraestructuras contaminantes como refinerías.

Sin embargo, los márgenes no son estáticos. A medida que las ciudades crecen, estos espacios se transforman, convirtiéndose en nuevos epicentros de desarrollo. “Los incendios y otras intervenciones en los márgenes urbanos suelen ser formas de reconfigurar el espacio para nuevos usos”, explica Anand.

El futuro incierto del vertedero Deonar

Para Banerjee, el vertedero es un símbolo de las contradicciones del desarrollo urbano. Mientras Mumbai intenta alejarse de los plásticos y modernizar su gestión de residuos, las comunidades que dependen de este sistema enfrentan un futuro incierto. “Es un gran ‘qué pasará’”, dice Banerjee.

Con su cámara y su curiosidad inagotable, Banerjee sigue documentando estas transiciones. En su visión, el vertedero de Deonar no es solo un lugar de desechos, sino un espacio vivo donde las narrativas humanas y ecológicas convergen, ofreciendo una ventana hacia los retos y oportunidades del mundo moderno.

Nota: La información fue obtenida de un artículo publicado por Penn Today en 2024.

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