La imagen de una madre perfecta
Marta hojea una revista para padres mientras su bebé se quedó dormido en su columpio. En cada página observa imágenes de madres sonrientes, mujeres de piel tersa, cuerpos delgados y bebés que parecieran siempre estar felices. Marta suspira. Se siente cansada, abrumada. ¿Dónde están las imágenes de madres con ojeras, de las noches sin dormir, de la incertidumbre y la soledad que a veces siente?
La representación de la maternidad en los medios no es casual. Ha sido cuidadosamente construida a lo largo de décadas y responde a expectativas sociales, económicas y políticas. La maternidad, más que una experiencia, se ha convertido en un ideal, un producto visual que modela cómo las mujeres deben sentirse, actuar y amar.
En su reciente investigación, publicada en Disparidades, la antropóloga Sandra Fernández García analiza cómo la publicidad ha transformado la idea de maternidad en España. A través de un estudio de imágenes en revistas especializadas y entrevistas a editoras y lectoras, su trabajo revela un cambio profundo: el amor materno ha desplazado al amor conyugal como el eje central de la familia.
Pero, ¿qué implica este cambio? ¿Es realmente liberador o encierra nuevas formas de presión sobre las mujeres?
De esposas a madres
A mediados del siglo XX, la publicidad en España reflejaba un modelo claro de familia. La mujer era el pilar del hogar, pero su rol estaba subordinado a su esposo. La familia se construía en torno al amor conyugal, y la maternidad era una consecuencia natural del matrimonio.
Bajo el franquismo, esta imagen se consolidó: la madre era una figura entregada, pero su identidad se definía en relación con su marido. Las revistas femeninas de la época promovían la idea de la “perfecta casada”, cuya misión era ser una esposa devota y una madre ejemplar.
Sin embargo, con la llegada de la democracia y los movimientos feministas, la figura de la mujer comenzó a cambiar. La entrada masiva de las mujeres en la universidad y el mercado laboral alteró el modelo tradicional de familia. A partir de los años 80, la publicidad comenzó a reflejar una mujer más independiente, pero la maternidad siguió ocupando un lugar central.
En las últimas décadas, este proceso ha culminado en una transformación radical: la maternidad ya no es solo un aspecto de la vida de pareja, sino su centro. La familia moderna ya no se construye sobre el vínculo conyugal, sino sobre el amor materno-filial.
Este cambio, que podría parecer un avance, también plantea nuevos desafíos.
El amor materno como mandato social
Las revistas de maternidad actuales muestran imágenes cuidadosamente seleccionadas: madres radiantes, bebés sonrientes, hogares luminosos y ordenados. En la publicidad, la maternidad es un estado de plenitud, una experiencia transformadora llena de amor incondicional.
Pero detrás de esta narrativa hay una presión invisible.
En las entrevistas realizadas por Sandra Fernández, una editora de una revista especializada lo confirma:
“Elegimos imágenes que transmitan calidez y felicidad. No queremos mostrar madres agotadas o con dudas porque las marcas buscan asociarse con valores positivos”.
La publicidad no solo vende productos, sino que también refuerza un modelo normativo de maternidad. Se espera que las madres encuentren en la crianza su máxima realización y que el amor materno sea instintivo, inquebrantable y suficiente.
Sin embargo, la realidad es más compleja. La romantización de la maternidad oculta las dificultades:
- La carga mental y emocional: La expectativa de que las madres sean responsables principales del bienestar de sus hijos.
- La invisibilización del agotamiento y las renuncias: En la publicidad, la maternidad no parece afectar la carrera profesional ni la vida personal.
- El refuerzo de la maternidad como destino inevitable: Aunque las mujeres tienen más opciones, sigue existiendo una fuerte presión social para que la maternidad sea vista como el paso natural en la vida de toda mujer.
¿Un modelo más inclusivo? La maternidad como alegoría del amor
A pesar de sus limitaciones, el nuevo discurso sobre la maternidad ha abierto la puerta a la diversidad.
En el siglo XX, la familia se definía por la heterosexualidad y la unión conyugal. Hoy, la idea de familia es más flexible. Al basarse en el amor materno-filial, el modelo actual permite la inclusión de nuevas formas de familia:
- Familias monoparentales por elección: Mujeres que deciden ser madres sin una pareja.
- Familias homoparentales: La crianza ya no está vinculada exclusivamente a la biología, sino al cuidado y el afecto.
- Familias reconstituidas y redes de crianza compartida.
El amor materno, antes una obligación biológica, se ha convertido en una alegoría del afecto y los cuidados. Esta alegorización permite que la maternidad sea reinterpretada en otros contextos, más allá de los tradicionales.
Sin embargo, esta misma lógica también tiene sus riesgos: si la maternidad se define exclusivamente en términos de amor y entrega, se sigue esperando que las mujeres prioricen el bienestar de sus hijos sobre sus propias necesidades.
El futuro de la representación materna
El estudio de Sandra Fernández nos deja con una pregunta clave:
¿Podemos construir una imagen más realista y diversa de la maternidad?
Si bien la publicidad ha evolucionado, aún quedan desafíos por delante. La maternidad no puede reducirse a una imagen idealizada ni a una imposición. Necesitamos representaciones que reflejen tanto la belleza como la dificultad de la crianza, que muestren la pluralidad de experiencias y que permitan a cada mujer construir su propia identidad materna sin culpa ni presión.
Las imágenes tienen poder. Pueden reforzar estereotipos o abrir nuevas posibilidades. La clave está en decidir qué historias queremos contar y qué realidades queremos visibilizar.
La próxima vez que veas una imagen de una madre perfecta en una revista, pregúntate:
¿Es esto una representación fiel de la maternidad o un ideal inalcanzable que nos han enseñado a desear?
Publicar un comentario