Las siete drag queen competidoras en Feliza posando para una foto en el escenario |
En una fría noche en Buenos Aires, en un pequeño centro cultural llamado Minga, un grupo de personas se reunió para bailar, llorar y resistir. Tres días antes, un ataque homofóbico en Barracas había cobrado la vida de Pamela, Roxana y Andrea, tres mujeres lesbianas. El dolor era palpable, pero también lo era la d
eterminación de no dejarse vencer por el miedo. Macu, una música lesbiana, tomó el micrófono y dijo: “Nuestra rabia nos une, nos llama a la acción. Aunque trato de ser fuerte, tengo miedo de que algo nos pase a nosotras, a mis amigas.”
Este momento, íntimo y colectivo a la vez, encapsula el espíritu del queer artivismo en Argentina: una práctica que combina arte y activismo para resistir la violencia, sanar heridas y construir comunidades más fuertes. En un contexto político marcado por el discurso anti-derechos del presidente Javier Milei, el queer artivismo se ha convertido en una herramienta vital de resistencia y cuidado comunitario.
Este artículo explora cómo el arte queer no solo enfrenta la violencia, sino que también crea espacios de alegría, memoria y apoyo mutuo. A través de las historias de Agus, Macu, Escenarie y otros artivistas, descubriremos cómo el queer artivismo transforma el dolor en acción y la tristeza en esperanza.
Violencia estatal y respuestas comunitarias
Desde que Javier Milei llegó al poder, Argentina ha experimentado un aumento alarmante de la violencia contra las minorías de género y sexuales. Su retórica anti-derechos, combinada con políticas como el cierre del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y despidos masivos de personas trans y travestis, ha creado un clima de hostilidad y exclusión.
En este contexto, las comunidades queer y feministas han respondido con creatividad y resiliencia. El queer artivismo, una práctica que fusiona el arte con el activismo político, se ha convertido en una forma poderosa de enfrentar la violencia estatal y construir redes de cuidado comunitario. Colectivos como Lesbianas Autoconvocadas y espacios culturales como Minga y Feliza han liderado esta lucha, utilizando el arte para crear conciencia política, celebrar la diversidad y sanar colectivamente.
Agus y la danza como resistencia
“Bailamos Chacarera en tiempos de violencia y caos,” dice Agus, refiriéndose a una danza folklórica tradicional que, en sus manos, se transforma en un acto de resistencia y alegría colectiva. Para Agus, la danza no es solo una expresión cultural; es un acto político que desafía las normas heteropatriarcales y reclama un espacio para las identidades queer en la cultura argentina.
El triple lesbicidio y la respuesta artivista
El ataque en Barracas, donde tres mujeres lesbianas fueron asesinadas en un claro acto de violencia homofóbica, marcó un punto de inflexión para las comunidades queer en Argentina. Este evento no solo reveló la profundidad del odio y la discriminación, sino que también catalizó una ola de movilización y creatividad.
En el Queer Varieté Folk de Minga, la comunidad queer se reunió para honrar a las víctimas y sanar colectivamente. Macu, una música lesbiana, expresó el sentimiento de muchos cuando dijo: “Nuestra rabia nos une, nos llama a la acción. Aunque trato de ser fuerte, tengo miedo de que algo nos pase a nosotras, a mis amigas.”
En este espacio, la comunidad no solo lloró a las víctimas, sino que también celebró la vida a través de la danza y la música. Como dijo Dany Vila, músico de folklore queer: “Nos abrazamos y bailamos Chacarera en tiempos de violencia.” Este acto de resistencia alegre y colectiva es un ejemplo poderoso de cómo el queer artivismo transforma el dolor en acción y la tristeza en esperanza.
El arte como herramienta de cambio
El queer artivismo no se limita a la resistencia; es también una forma de construir mundos alternativos. En espacios como Feliza y Casa Brandon, las comunidades queer no solo protestan contra la violencia, sino que también crean redes de apoyo mutuo, preservan la memoria cultural y celebran la diversidad.
Escenarie, una drag queen y artivista, lo expresó claramente durante una competencia de drag en Feliza: “Nuestra mayor venganza será nuestra felicidad.” A través de su arte, Escenarie y otros artivistas desafían las normas heteropatriarcales y reclaman su lugar en la historia y la cultura latinoamericana.
Estos espacios no solo ofrecen refugio emocional, sino que también proporcionan apoyo material. Eventos como la “acción cultural x Barracas” recaudaron fondos para las familias de las víctimas y cubrieron gastos funerarios, demostrando cómo el arte puede ser una herramienta de cuidado comunitario en tiempos de crisis.
El queer artivismo en Argentina nos deja con preguntas urgentes y esperanzadoras. ¿Cómo podemos amplificar estas prácticas de cuidado comunitario en un contexto de creciente violencia y exclusión? ¿Qué papel pueden desempeñar el arte y la cultura en la construcción de un futuro más justo e inclusivo?
Agus y sus compañeros artivistas nos recuerdan que, incluso en los momentos más oscuros, la alegría y la creatividad pueden ser actos de resistencia. Pero también nos desafían a pensar más allá de la resistencia: a imaginar y construir mundos donde el cuidado, la reciprocidad y la diversidad sean la norma, no la excepción.
En un mundo donde el estado falla en proteger a sus ciudadanos más vulnerables, el queer artivismo no solo resiste; crea, cura y transforma. Y en ese proceso, nos muestra que otro mundo no solo es posible, sino que ya está siendo construido, abrazo a abrazo, canción a canción, danza a danza.
Fuente original: Manuel Macedo, “Queer Artivismo Is Community Care,” Anthropology News, 30 de enero de 2025.
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