Un estudio compara la actividad física de niños BaYaka en la República del Congo con la de niños estadounidenses y británicos. Los resultados subrayan las consecuencias del sedentarismo en la infancia y ofrecen lecciones valiosas para repensar cómo criamos a nuestros hijos.
Este contraste es el centro de un estudio publicado en Nature, que analiza los patrones de actividad física de 51 niños BaYaka y los compara con datos de niños estadounidenses y británicos. Los hallazgos son contundentes: los niños cazadores-recolectores realizan más de 3 horas diarias de actividad física moderada a vigorosa (MVPA), superando en más de 70 minutos a los adolescentes británicos. Además, mientras la actividad física de los niños urbanos disminuye con la edad, los BaYaka mantienen o incluso aumentan sus niveles de actividad a medida que crecen, sin distinción de género.
La tribu de los árboles, los BaYaka
Los BaYaka, también conocidos como Mbendjele, son un grupo étnico de cazadores-recolectores que habitan en las selvas de la cuenca del Congo, en la República del Congo. Su modo de vida está profundamente arraigado en la naturaleza, dependiendo de la caza, la pesca y la recolección de frutos, miel y otros recursos forestales para su subsistencia. Los BaYaka viven en comunidades pequeñas y móviles, moviéndose según la disponibilidad de recursos y las estaciones del año.
Su cultura se caracteriza por una estrecha conexión con el entorno natural, donde los niños aprenden desde temprana edad a participar en actividades como la recolección de alimentos, el cuidado de los más pequeños y la exploración del bosque.
Este estilo de vida, marcado por la actividad física constante y la integración comunitaria, contrasta fuertemente con las rutinas sedentarias de las sociedades urbanas modernas, lo que los convierte en un grupo de estudio clave para entender los efectos del movimiento en el desarrollo humano.
Gul Deniz Salali y el equipo de investigación
Gul Deniz Salali, antropóloga evolutiva y una de las autoras principales del estudio, ha dedicado su carrera a entender cómo los estilos de vida tradicionales pueden ofrecer insights valiosos para las sociedades modernas. Para Salali, este estudio no es solo una exploración científica, sino también una invitación a reflexionar sobre cómo estamos criando a las nuevas generaciones. "Los niños BaYaka no tienen horarios rígidos ni aulas cerradas. Su aprendizaje ocurre en el bosque, donde cada día es una oportunidad para moverse y explorar", explica.
Salali y su equipo utilizaron acelerómetros para medir la actividad física de los niños BaYaka durante 150 días, comparando los datos con los de estudios como el *Millennium Cohort Study* (MCS) en el Reino Unido y el *National Health and Nutrition Examination Survey* (NHANES) en Estados Unidos. Los resultados desafían muchas de las suposiciones sobre la infancia en sociedades industrializadas.
El contraste en la actividad física en la infancia
Uno de los hallazgos más reveladores es que, mientras los niños urbanos reducen su actividad física al ingresar a la escuela y durante la adolescencia, los BaYaka mantienen altos niveles de actividad a lo largo de su infancia. "En las sociedades industrializadas, la educación formal y las rutinas sedentarias parecen suprimir la actividad física", señala Salali. "En cambio, los niños BaYaka aprenden a través de la observación, el juego y la participación activa en las tareas diarias, lo que los mantiene en constante movimiento".
Además, el estudio cuestiona la noción de los "cronotipos adolescentes" que se observan en sociedades postindustriales, donde los adolescentes tienden a dormir más tarde y despertarse más tarde. Los adolescentes BaYaka, por el contrario, mantienen patrones de sueño más cortos y se sincronizan con el amanecer, lo que refleja su conexión con los ciclos naturales.
¿Un problema de salud pública?
Los resultados de este estudio no solo son relevantes para la antropología y la salud pública, sino que también plantean preguntas incómodas sobre cómo estamos criando a nuestros hijos en las sociedades modernas. "La falta de actividad física en la infancia no es solo un problema de salud individual; es un síntoma de un sistema que prioriza la productividad sobre el bienestar", reflexiona Salali.
En un mundo donde la obesidad infantil y las enfermedades relacionadas con el sedentarismo están en aumento, los niños BaYaka ofrecen un modelo alternativo. Su estilo de vida, aunque no exento de desafíos, muestra que es posible mantener altos niveles de actividad física sin necesidad de gimnasios o programas estructurados. "Necesitamos repensar cómo diseñamos nuestras ciudades, escuelas y comunidades para fomentar el movimiento libre y espontáneo en los niños", sugiere Salali.
Este estudio, sirve de reflexión para entender el futuro de la infancia en un mundo cada vez más urbanizado. ¿Será posible integrar las lecciones de los niños BaYaka en nuestras propias comunidades? ¿Existe la posibilidad de crear entornos que fomenten la actividad física sin sacrificar los beneficios de la educación formal? Y, sobre todo, ¿qué estamos dispuestos a cambiar para garantizar que nuestros hijos crezcan sanos y felices?
Mientras los niños BaYaka siguen corriendo por la selva, sus historias nos recuerdan que, en algún lugar entre la modernidad y la tradición, hay un equilibrio que aún no hemos encontrado.
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