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El papel de los abuelos en la preservación de las lenguas indígenas


En las comunidades totonacas de Veracruz, los abuelos son los guardianes de un legado cultural que se transmite de generación en generación. Sin embargo, la falta de políticas lingüísticas claras y la presión del español están generando una brecha generacional que amenaza con silenciar una de las lenguas indígenas más importantes de México. Esta es la historia de una lucha por mantener viva una lengua que es mucho más que un medio de comunicación: es la esencia de una cultura.  

La lengua totonaca en peligro  




En las montañas de Veracruz, donde el aire huele a tierra húmeda y el sonido de las aves se mezcla con el murmullo de los ríos, las comunidades totonacas luchan por mantener viva su lengua materna. Aquí, en lugares como Filomeno Mata, los abuelos son los guardianes de un legado cultural que se transmite de generación en generación. Sin embargo, este legado está en peligro.  

La lengua totonaca, hablada por alrededor de 250,000 personas en los estados de Veracruz y Puebla, enfrenta un declive constante. A pesar de una aparente recuperación a finales de la década de 2000, los datos del INEGI muestran que el número de hablantes ha disminuido en los últimos años. Este descenso no se debe a una reducción en la población totonaca, sino a que cada vez más familias optan por criar a sus hijos exclusivamente en español, relegando el totonaco a un segundo plano.  

La lengua totonaca no es solo un medio de comunicación; es un vehículo de conocimiento tradicional, una forma de entender el mundo y una conexión con los ancestros. Cuando una lengua desaparece, no solo se pierden palabras, sino también una cosmovisión única.  

José Santiago Francisco, investigador y miembro de la comunidad totonaca de Filomeno Mata, ha dedicado su carrera a estudiar cómo las decisiones familiares impactan en la preservación de la lengua totonaca. Para Santiago, este tema no es solo académico; es profundamente personal. Creció en una familia donde el totonaco era la lengua del hogar, pero también fue testigo de cómo muchos de sus compañeros de infancia perdieron el contacto con su lengua materna al migrar a las ciudades o al ser educados exclusivamente en español.  

"Los abuelos son los pilares de nuestra cultura", explica Santiago. "Ellos son quienes mantienen viva la lengua, quienes enseñan a los niños las palabras que nombran nuestras plantas, nuestros ríos, nuestras tradiciones. Pero cuando los padres deciden no enseñarles totonaco a sus hijos, esa cadena se rompe".  

Santiago recuerda cómo su abuela le enseñaba a nombrar las plantas medicinales en totonaco, una práctica que hoy en día es cada vez más rara. "Ella me decía: 'Esta planta es para el dolor de estómago, esta otra para la fiebre'. Esas palabras no solo eran útiles; eran un vínculo con nuestra historia y nuestra identidad".    

La historia de la lengua totonaca está marcada por siglos de presión social y política. Desde la colonización española, las lenguas indígenas han sido marginadas en favor del español, considerado la lengua del progreso y la modernidad. En el siglo XX, las políticas educativas mexicanas reforzaron esta tendencia, promoviendo el español como la única lengua válida para el éxito académico y profesional.  

Foto: José Santiago Francisco
En las últimas décadas, sin embargo, ha habido esfuerzos por revitalizar las lenguas indígenas. En 2003, se promulgó la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, que reconoce el derecho de los pueblos originarios a preservar y desarrollar sus lenguas. A pesar de estos avances, la implementación de políticas concretas ha sido lenta y desigual, dejando a muchas comunidades, como las totonacas, en una lucha constante por mantener su identidad lingüística.  

Uno de los momentos más significativos en esta lucha fue la creación del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) en 2005, que buscó promover el uso y la enseñanza de las lenguas indígenas en México. Sin embargo, los resultados han sido mixtos. Mientras algunas comunidades han logrado revitalizar sus lenguas, otras, como las totonacas, siguen enfrentando desafíos significativos.  

La pérdida de la lengua totonaca no es solo una cuestión lingüística; es un problema social y cultural que afecta a toda la comunidad. Cuando los niños no aprenden totonaco, no solo pierden la capacidad de comunicarse con sus abuelos, sino también el acceso a un vasto conocimiento tradicional sobre la naturaleza, la medicina y las prácticas espirituales.  

Además, la falta de una política lingüística clara en las familias totonacas genera conflictos internos. Muchos padres, preocupados por el futuro de sus hijos, optan por enseñarles solo español, creyendo que esto les dará más oportunidades en un mundo globalizado. Sin embargo, esta decisión a menudo crea una brecha generacional, donde los abuelos, monolingües en totonaco, no pueden comunicarse con sus nietos, hispanohablantes monolingües.  

"Es una situación dolorosa", comenta Santiago. "Los abuelos quieren transmitir su sabiduría, pero no pueden hacerlo porque los niños no entienden su lengua. Y los niños, a su vez, pierden la conexión con sus raíces".  

Esta brecha generacional no solo afecta la comunicación familiar, sino también la cohesión social de la comunidad. Los abuelos, que tradicionalmente han sido los transmisores de conocimientos y valores, ven cómo su papel se reduce cada vez más.  

El papel de los abuelos  

Abuelo de la etnia totonaca con su nieto. Foto: José Santiago Francisco


El estudio reciente publicado en Anales de Antropología (Vol. 59, Núm. 1, enero-junio 2025) analizó el papel de los abuelos en la transmisión de la lengua totonaca. El estudio, dirigido por José Santiago Francisco y Miguel Figueroa Saavedra, se basó en observaciones y entrevistas con familias totonacas de Filomeno Mata, así como en una encuesta aplicada a 1,080 niños.  

Los resultados mostraron que los abuelos tienen un efecto sumativo en la adquisición de la lengua totonaca por parte de los niños. Sin embargo, también se evidenció la ausencia de una política lingüística familiar que promueva un bilingüismo sustentable. En muchas familias, las decisiones sobre qué lengua transmitir a los hijos generan conflictos y desvinculación, lo que dificulta la adecuada adquisición de la lengua y la cultura materna.  

El estudio también destacó que, aunque los abuelos juegan un papel crucial, su influencia no es suficiente para contrarrestar la presión social y económica que favorece el uso del español. "Los abuelos son un puente entre el pasado y el presente", explica Figueroa Saavedra, coautor del estudio. "Pero si no hay un esfuerzo coordinado por parte de las familias, las escuelas y las instituciones, ese puente puede derrumbarse".  

¿Qué futuro le espera a la lengua totonaca?  

El futuro de la lengua totonaca depende de decisiones que se toman en el seno de las familias, pero también de políticas públicas que fomenten el bilingüismo sustentable. ¿Cómo podemos asegurar que las nuevas generaciones de totonacos crezcan valorando y utilizando su lengua materna? ¿Qué papel deben jugar las escuelas, los medios de comunicación y las instituciones gubernamentales en esta tarea?  

Mientras tanto, en las comunidades totonacas, los abuelos siguen siendo un faro de esperanza. Su dedicación a la transmisión de la lengua y la cultura es un recordatorio de que, aunque las palabras pueden desaparecer, el espíritu de una comunidad puede perdurar.  

"La lengua totonaca es más que un conjunto de palabras; es nuestra identidad, nuestra historia, nuestra conexión con el mundo", reflexiona Santiago. "Si la perdemos, perdemos una parte fundamental de lo que somos".  


La fuente fue publicada originalmente en la revista Anales de Antropología (Vol. 59, Núm. 1, enero-junio 2025).

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